domingo, 24 de octubre de 2010

EL EDUCADOR CRISTIANO

EL EDUCADOR CRISTIANO
1.- INTRODUCCIÓN.
¿Quién dice la gente que eres tú, Maestro, Maestra? Quizás-o sin quizás- las respuestas fueran de este tenor: "Un Don Nadie, una Doña Nadie". La sociedad no tiene en consideración al Maestro. Es posible que de boquita para afuera, sí. La buena educación y la diplomacia exigen formas "correctas". Pero en el fuero interno: "No, ¿tú, Maestro? Ni hablar".
Recojamos algunas posibles respuestas, recogidas por ahí "¿El Maestro, la Maestra? Un Don Ignorante, una doña Ignorante"- Su inteligencia no daba para más. Se quedaron a medio camino. Máxime si se dedican a los más pequeños. Todavía se salvan los "profesores de la Universidad". Ya es otro rango. ¡Dicen!
Finalmente, un tercer grupo comentaría: "Un Don Culpable, una doña Culpable". Hay que buscar un chivo expiatorio que cargue con los pecados del pueblo. ¿Quiénes son los culpables de que tantas cosas no funcionen en la Sociedad? Lo sabemos: Los Maestros, Las Maestras. "¿No sé qué es lo que les enseñan en el Colegio?", comenta indignado más de un papá o mamá.
Pero más importante sería hacemos la pregunta a nosotros mismos: ¿Quién dices que eres Tú, Maestro, Maestra?
Es grave no saber qué responder. Es grave dar una respuesta incompleta, coja. Es grave ignorar la propia identidad. Es grave desconocer quién soy y para quién soy. Muchos educadores y educadoras viven esa ruptura profunda entre lo que sienten y lo que hacen, entre lo que quisieran ser y lo que son. Es urgente, Maestros, Maestras, recuperar nuestra hermosa identidad.
Vivenciamos nuestra identidad de educadores a diferentes niveles:
· Los que se sitúan en un plano biológico-laboral.
Da lugar al "trabajador de la enseñanza". Corresponde al que trabaja para vivir. Les motiva la supervivencia y el bienestar personal y de los suyos. Sin duda, es de justicia una reconocida dignidad y un sueldo apropiado.





· Los que se sitúan en un plano psicológico-social
Da lugar al "profesional de la enseñanza". Corresponde a la necesidad de un reconocimiento social. Se caracteriza por su saber, su competencia ... Les motiva el ser valorados, respetados, el alcanzar en cierto sentido unas cotas de poder.

· Los que se sitúan en el núcleo mismo de la identidad, en el plano proyectivo o generador de la persona

Da lugar al "educador vocacionado". Se siente realizado siendo educador. Le motiva su actitud de servicio y creatividad, para dar respuesta adecuada a las necesidades de los destinatarios de su labor.
No son niveles opuestos, sino complementarios. La persona necesita tener en cuenta los tres. Desde ahí, el ser educador, no es un añadido, un entretenimiento, una ocupación, un trabajo, una profesión .. es una vocación que nuclea, influye y polariza nuestra vida personal, familiar y social.
La identidad no es una abstracción, "es una experiencia vital, resultante del encuentro armónico y fecundo de dos polaridades que se complementan y constituyen la unicidad en el fondo de la conciencia de cada persona. Un polo lo constituye la clara conciencia de lo que queremos ser, aquello a lo que nos sentimos llamados o enviados: la misión. El otro lo constituye el impulso interior con que intentamos dinamizar lo que hacemos, el esfuerzo por "darle alma" a nuestras relaciones con Dios, con el mundo, con los demás: el principio de animación de lo que vivimos y hacemos ... "

Para ayudamos a contestar a esa pregunta: ¿Quién eres tú, Maestr@? y "recuperar o descubrir nuestra propia identidad" voy a echar mano de San Juan Bautista de la Salle, "preclaro en el arte de educar"', según afirmación del Papa Pío XII en el Documento Pontificio "Quod Ait", y donde se le declara "Patrono Universal de los Educadores".
Por qué merece el Señor de La Salle tal título? Sencillamente porque ofreció a los educadores cristianos la primera sintesis teológica y de vida espiritual del ministerio educativo cristiano. ¡Qué mejor, pues, que compartir su riquísima doctrrina'



Me voy a servir de "Las Meditaciones para el Tiempo de Retiro", un conjunto de 16 meditaciones que escribió, y que son la fundamentación teológica y ecIesiológica del ministerio de los educadores cristianos Estas meditaciones fueron compuestas "para uso de las personas que se dedican a la educación de la juventud- Para todos nosotros. Sintetizan todas ellas lo que debe ser el ministerio del educador cristiano. Constituyen una verdadera teología del Ministerio cristiano, basada en la Sagrada Escritura, concretamente en San Pablo. No dudo que nos ayudará a vivir con la cabeza bien alta: somos instrumentos eficaces escogidos por Dios para hacer realidad a través de nuestra cotidianidad docente, transformada ahora en un auténtico ministerio apostólico y eclesial.
2. SENTIDO RELIGIOSO DEL MINISTERIO EDUCATIVO
A- La Identidad, ¿Quién Tú Eres, Maestro?
1.- "Dios es tan bueno"
"Dios es tan bueno ... que quiere que todos los hombres se salven (que todos los niños y jóvenes sean felices) y lleguen al conocimiento de la verdad"
El Señor De La Salle parte de una doble contemplación. Por un lado, la contemplación del plan salvífico de Dios, descubierto en su Palabra. "Dios es tan bueno ... ", y con esta expresión se abre y se cierra la serie de Meditaciones para el Tiempo de Retiro. El amor de Dios se descubre en el origen y al término del compromiso de servicio a los jóvenes, a quienes se trata de proporcionar una educación humana y cristiana.
LA IDENTIDAD DEL EDUCADOR
No puede existir educación más que dentro de una visión, aunque sea vaga y confusa, -casi instintiva-, del sentido del mundo.
Si concebimos la educación como una introducción a la realidad humana y cósmica a la luz de una hipótesis explicativa de la realidad ofrecida por los educadores, los educadores somos portadores de una "hipótesis explicativa de la realidad".









¿ Quién es pues hoy día educador'?

· Quien está capacitado para ofrecer una hipótesis explicativa de la realidad, que es condición esencial para ser educador.

· Quien está comprometido con su vida. No con algunos momentos de su vida.. como la profesión, la misma familia o la política, sino quien está comprometido con toda su vida.

EL EDUCADOR CRISTIANO.
Cabe destacar la correlación que existe entre el amor de Dios y las necesidades de los niños y jóvenes, para concluir en la realidad de la misión: el llamado y el envío de Dios a los Educadores Cristianos para un ministerio en el que se va a manifestar concretamente el designio gratuito y amoroso de Dios. Dios hace realidad su plan salvífico al elegir educadores cristianos para responder a las necesidades de los jóvenes

Hemos sido elegidos, llamados, enviados a cumplir el proyecto de Dios la filiación y la fraternidad. "Llegar a ser una familia de hermanos y hermanas que viven en la presencia de Dios Padre Madre". La historia de la salvación continúa a través de la obra de los educadores cristianos dispuestos a escuchar la llamada de Dios que los hace sensibles a las necesidades de una niñez y juventud alejadas de la salvación. Dios actualiza la salvación por sus mediadores. La vocación y el ministerio del educador corresponden al proyecto salvífico de Dios.
Realizar ese proyecto es "procurar la gloria de Dios". "'La gloria de Dios -tomando la frase de San Irineo- es que los jóvenes vivan"
"Dios les ha encomendado tal ministerio",... "'considérense ministros de Dios y dispensadores de sus misterios", ..."deben honrar su ministerio.. pues Dios les ha constituido ministros suyos". "Dios les ha llamado a su ministerio con el fin de que procuren su gloria e infundan en los niños el espíritu de sabiduría y de luz, de modo que le conozcan a El y sean iluminad<)s los ojos de sus corazones". "¡Por cuán honrados de la Iglesia se deben considerar, ya que los destina a empleo tan santo y excelente, y los elige para transmitir a los niños el conocimiento de nuestra religión y el espíritu del cristianismo".




La escuela es "'el campo que Dios cultiva y el edificio que El construye, y son ustedes (Maestros, Maestras) los elegidos por El para ayudarle en su tarea".

La educación no es, por lo tanto, una ocupación más, una profesión, una manera -ya que no hay otra- de ganarse la vida ... la educación es un ministerio, un servicio a favor de toda la comunidad eclesial. Y el educador, un ministro de Dios y de la Iglesia.
Vivir "ministerialmente" es vivir, desde todos los ángulos de la vida, con una misión que cumplir, de cara a Dios y a la Iglesia. Y es vivir, por lo tanto, con una responsabilidad, como quien ha de dar cuentas a Dios y a la Iglesia, que nos han confiado esta misión.
Este ministerio exige la dedicación de un hombre entero, una mujer entera, de la mañana a la noche. Todo el educador, todo el tiempo.
3. LA REALIDAD.
"Introducción a la realidad": en esto consiste la educación. La palabra "realidad" es para la palabra "educación" como la meta para el camino. La meta es el significado del caminar humano: la meta no está sólo en el momento en que la empresa se completa y termina, sino también en cada paso del camino. Asimismo la realidad determina integral mente el movimiento educativo, paso a paso, y es su objetivo.

Ahora bien, la realidad no se afirma nunca verdaderamente si no se afirma la existencia de su significado. En el proceso educativo subyace un significado global de la realidad.
En ofrecer una hipótesis explicativa de la realidad consiste la humanidad del maestro; y adherirse a ella como luz en la aventura del propio camino es la primera inteligencia del discípulo.

¿QUE REALIDAD?
¿En qué realidad, resulta interesante la descripción que, de la situación actual, hace el Dr. Athula Ginice, de West Sidney, Australia.
"Gastamos más, pero tenemos menos; tenemos casas más grandes y familias más pequeñas; más grados académicos, pero menos sentido común; más conocimientos, pero menos juicio. Más expertos, pero más problemas. Más medicamentos, pero menos salud.
Nos enojamos demasiado rápido y reímos demasiado poco; vemos demasiada televisión y leemos demasiado poco.





Hemos multiplicado nuestras posesiones, pero reducido nuestros valores.
Hemos aprendido cómo enfrentar una vida y no a hacer una vida. Hemos agregado años a la vida. pero no vida a los años.
Hemos ido a la luna y regresado, pero se nos hace difícil cruzar la calle para conocer al vecino nuevo.
Hemos conquistado el espacio exterior, pero no el espacio interior. Hemos hecho cosas grandes, pero no cosas mejores. Hemos limpiado el aire, pero hemos contaminado el alma. Hemos desintegrado el átomo, pero no nuestros prejuicios. Hemos aprendido a apresuramos, pero no a esperar.
Tenemos ingresos más altos, pero una moral más baja, más conocidos, pero menos amigos.

Estos son los tiempos de la comida rápida y la digestión lenta: de muchas utilidades, pero pocas relaciones humanas.
Estos son los tiempos de la paz mundial, pero hay' violencia doméstica; estos son los tiempos de casas llamativas, pero hogares destruimos; son los tiempos de menos matrimonios, pero mas divorcios.


4.- LA ESCUELA CRISTIANA Y LA COMUNIDAD.
La escuela cristiana es la mediación a través de la cual el educador cristiano ejerce su misión y "cumple con su ministerio educativo". En la Escuela se vive la salvación de Dios en la Acción diaria de la comunidad ministerial, y de cada educador-ministro en concreto. Tampoco hablamos "de un pedazo de la escuela cristiana": la que se refiere a lo específicamente religioso. Nos estamos refiriendo al hecho escolar, al acto educativo en todas sus dimensiones. "Hay que conjugar el esfuerzo cultural con el anuncio de la Palabra de Dios". Todo él es ministerial si se cumplen determinadas condiciones. Porque lo que se hace en la escuela cristiana no constituye por sí mismo un acto ministerial: muchas otras escuelas hacen lo mismo, y aún mejor, y sin embargo no se puede hablar de Ministerio. Y también se da la situación contraria: muchas escuelas cristianas, lamentablemente, no cumplen con los requisitos que harían de ellas una mediación sacramental y ministerial.





La Escuela "debe ser signo del Reino y medio de salvación". Y lo es en la medida en que se hace presente en ella una Comunidad Cristiana; en la medida en que expresa con claridad los signos del misterio de la encarnación de Jesús en su propia estructura: carácter popular, actitud de servicio, de diálogo y fraternidad; en la medida en que se muestran los signos de la transcendencia original del Reino de Dios: la pobreza y la acogida universal; en la medida del cultivo expreso del fenómeno religioso, de la dimensión religiosa (actitudes básicas, anuncio explícito de Jesucristo.)
En resumen: Somos ministros de Dios y de la Iglesia ... que lleva a cabo su ministerio -hacer presente el proyecto de salvación de Dios para los niños y jóvenes- en Comunidad, -'"juntos y por asociación"- a través de la Escuela (Signo del Reino).
B- La misión. Para quién tú eres, maestro?
La misión del Maestro es la Misión del Buen Pastor. (San Juan Bautista de la Salle) .
En esta meditación -Jesús, el Buen Pastor- se trata de la aplicación concreta, en la cotidianidad, de la base teológica del ministerio educativo cristiano: revelar al educando el amor de Dios.
l. - El Buen Pastor cuida de sus ovejas con esmero y conoce a cada una.
El educador, igualmente, conoce personalmente a cada alumno y discierne la forma de tratarlo.
ü Preocuparse y tomar los medios necesarios para conocerlos personalmente de manera realista y profunda. Conocer significa entrar en el universo de quien se conoce. y convertirse. en cierto modo. en parte de ella y de su vida. Al conocerlo así, el educando entra en el universo del educador, y ­recíprocamente; éste se da cuenta en seguida de las peculiaridades de cada ser conocido por el, y reconoce que cada uno es original, no copia de nadie. Se refleja así lo que se entiende por acto educativo: la relación llena de amor y respeto entre dos personas. En fin, el conocimiento personalizado no puede convertirse en rutina psicológica; más bien debe tener como objetivo comprender al otro, conocer sus capacidades, aspiraciones, proyectos y dificultades, para, con respeto, poderle ayudar.
ü Eso se consigue demostrando interés afectuoso y obrando con paciencia. Vivir con los jóvenes. compartir su vivencia escolar y extraescolar, captar sus intereses, sus valores, sus ambiciones y sus riquezas, promoviendo en ellos todo lo que es positivo.



ü Por eso la Escuela se preocupa por encarnarse en el ambiente de manera lúcida. Realista y eficaz. Encarnarse en la escuela, en el ambiente y en las personas que trabajan en dicho ambiente.
Consecuencia: Pedir a Dios insistentemente el don del discernimiento

2.- Las ovejas han de conocer a sus pastor para poder seguirle

El educador necesita virtud no común, especial ternura: le afecta cuanto interese o perjudique a sus alumnos.

La dedicación a los jóvenes es esencialmente una obra de amor.
"Amarán tiernamente a sus alumnos", este principio, que revolucionó en sus entrañas la educación cristiana a partir de las experiencias de las escuela del Sr. De la Salle, no tenía como base una simple razón
pedagógica o relacional. No se trata de un recurso didáctico o psicológico para obtener la benevolencia del alumno. No se trata de un amor sentimental o emocional. Su fundamento es teológico: la ternura del educador debía ser el reflejo de la ternura de Dios para con el niño pobre. Era un gesto sacramental.
Este solo argumento bastaría para justificar el ministerio educativo, llenar de sentido la vida de un auténtico educador cristiano, y enamorarlo perdidamente de su vocación.
Sin ternura no hay posibilidad de Ministerio educativo. Por eso insiste: "Ámenlos con ternura". "Deben abrigar para con ellos particularísimos sentimientos de ternura ... Hagan patente por los cuidados que les prodigan, que los aman de veras."
El manifestar un interés tan marcado por los jóvenes y su crecimiento moral que el educador sienta el compromiso hacia ellos, se sienta involucrado, responsable de su crecimiento, se muestra creativo, con el fin de garantizarles la mejor educación posible. Para conseguir lo anterior los educadores deben esforzarse por:
ü Establecer relaciones cordiales y afectuosas con los alumnos
ü Ganar o conmover su corazón, "toucher le coeur" -repetida expresión del Sr. De La Salle- es decir, "sacudir" el corazón por un impacto espiritual: un testimonio de vida, una mirada, una palabra, un consejo, algo o alguien que saca al alumno de su inmovilidad interior. El educador manifiesta una ternura que permite el encuentro y el trabajo en la confianza mutua y la sinceridad de las persona.



ü No buscar satisfacción personal en el fondo de esos sentimientos recíprocos, puesto que se trata ante todo del desinterés del educador, algo gratuito, interior e indispensable
Este amor por los alumnos no significa ni mucho menos falta de firmeza y exigencia frente a ellos. Es más bien un amor exigente. La debilidad y la permisividad no educan, porque impiden que la personalidad del joven pueda establecerse a partir de puntos de referencia claros. De ahí que el Sr. De la Salle acuñe la expresión "firmeza de padre y dulzura de madre".
Consecuencia: El educador es un modelo de conducta para sus alumnos.
3. - Las ovejas escuchan la voz de su Pastor.
El educador instruye a sus alumnos de forma acomodada a su capacidad.
Otro rasgo más al perfil de ese buen pastor es que se ocupa de alimentar a sus ovejas, para que no les falte nada. El Maestro debe enseñar, y debe hacerla adaptándose a la capacidad de sus oyentes, porque ninguna oveja debe padecer hambre estando cerca de su pastor. Ese alimento es diario: la cotidianidad docente y educativa
Consecuencia: El educador debe capacitarse para facilitar el proceso de desarrollo potencial de sus alumnos.
La actitud fundamental: El educador vive un proceso de des-centramiento de sí y de "conversión hacia" el alumno. Es el celo: Como el Buen pastor.
C- La Espiritualidad del Educador
San Juan Bautista de La Salle centró la vida espiritual de la comunidad educativa en la Fe y el celo ardiente para trabajar en el mundo de la educación La fe y el celo animan la existencia del educador, de su ser y su que hacer.
1.- FE:
El Espíritu de Fe debe mover a los educadores:
· A no mirar nada si no es con los ojos de la fe
· A no hacer nada si no es con la mirada puesta en Dios.
· Y a atribuirlo todo a Dios



Desde esta visión de fe, todo se transforma para el educador: percibe su ser y su quehacer como un Ministerio, y percibe también la "inmensa dignidad" de los educandos que tiene delante, y que esperan de él la Palabra de la Vida.
Dos medios muy precisos - van estrechamente unidos- para adquirir este espíritu de Fe.
· Vivir de la Palabra de Dios y nutrirse continuamente de ella.
· La Oración.

La oración del educador cristiano tiene como coordenadas la Realidad y la Palabra de Dios. Se trata de leer la realidad a la luz de la Palabra. En este sentido Karl Barth decía que los dos principales libros de oración del hombre del hombre de hoy deben ser la Biblia y el periódico, y en América Latina se ha hecho popular el decir que debemos orar con un oído en el Evangelio y el otro en el Pueblo

San Juan Bautista de la Salle, a propósito de la función del educador como Ángel Custodio y de los "ángeles que subían y bajaban" por la escala que vio Jacob en sueños escribe: "'Los ángeles de Dios subían para darle a conocer las necesidades de los que El puso a su cuidado, y para recibir las órdenes divinas. Luego bajaban a revelar a sus protegidos la voluntad de Dios en relación con su salvación.
Del mismo modo deben obrar ustedes con los niños. Es deber subir todos los días hasta Dios por la oración, para aprender de El lo que deben enseñar a sus discípulos, y descender, luego, a ellos para acomodarse a su capacidad"
Esta imagen que utiliza, revela la unidad viviente que debe haber en lo más profundo del ser educador: subir-bajar (Gén. 28, 12) No se debe interpretar mal esta imagen, creando dualidad en el quehacer ministerial: son dos experiencias complementarias, que se encuentran en la unicidad del ser del ministro. No hay vida espiritual por un lado, y misión por otro. Se trata de una sola opción expresada en dos momentos. Es una comunión, cuya dinámica va tanto hacia Dios como hacia el niño. El secreto de Dios, que el educador conoce en la oración pasa -a través de su ministerio- al corazón del niño que tiene delante.
La comunión del educador cristiano con Dios no está en un espacio distinto ni aparte de la comunión con el alumno, es un único impulso expresado en dos polos: un único movimiento pendular: "subir a Dios para llevarle sus preocupaciones sobre sus alumnos" y "bajar, para hacerla s participes de lo que Dios le haya comunicado"



2.- CELO
El espíritu de Fe se hace patente en los educadores por el celo ardiente hacia aquellos que les han sido confiados.
El celo ardiente del educador es, pues, la expresión de su espíritu de fe, y tiene como objeto la gloria de Dios, mediante la salvación de los niños y jóvenes que Dios les ha confiado.
Los educadores, llenos de pasión por la gloria de Dios y el bien de los jóvenes, se revestirán de audacia e imaginación para desempeñar su misión de "embajadores de Jesucristo" ante ellos. mediante el esfuerzo por conjugar el progreso cultural con el anuncio de la Palabra de Dios, mediante la formación humana de calidad y la proclamación explicita de Jesucristo.
3.- FRATERNIDAD
Al reconocimiento de un proyecto de Dios a favor de los niños y jóvenes más necesitados (experiencia de fe) y a la opción ministerial el servicio educativo de esos niños y jóvenes (experiencia de celo). se une la decisión de realizarlo comunitariamente (experiencia de fraternidad)
Dicho de otro modo:
1. La finalidad ultima de la Escuela católica es la búsqueda de la Gloria de Dios. ligada al ministerio educativo de los jóvenes
2. La opción comunitaria es la mediación indispensable para lograr esa finalidad.
Esa comunidad educativa no es simplemente una interesante iniciativa sociológica; es ante todo un signo teológico y eclesial evangelizador por su propia carga sacramental; su finalidad es revelar a los educando s el inmenso amor de Dios, tanto por el amor que se tienen los Educadores entre ellos, como por el amor que comunican.
¿Qué significa la vida en comunidad de los Educadores?
1.Su espacio de salvación: por su entrega a la gloria de Dios y el bien de los jóvenes, el Educador realiza plenamente su vocación bautismal y ministerial, y queda orientado hacia la realización del plan salvífico de Dios sobre su persona, en el mismo acto de ayudar a salvarse a sus alumnos.
2.La fuente de la fuerza interior que necesita el educador cristiano para cumplir con fidelidad y estabilidad las grandes exigencias de su labor educativa, y poder crecer íntegramente.



3.Ser un signo visible del amor de Dios para el mundo, para la Iglesia y muy especialmente para sus alumnos.
4. Tener un lugar de mejoramiento permanente de su profesión educativa.
Que el descubrimiento de nuestra identidad y misión de educadores en Comunidad, nos lleve a vivir con satisfacción nuestro quehacer diario y nos atrevamos a llamar "Dios" ala raíz de esa satisfacción .. ¡Es así que todo cobra sentido!

Felix Ursulo Soriano